domingo, 8 de noviembre de 2009

Cuento Indio


















El paisaje del cielo cambió de pronto. Se había teñido de colores impensados. Una algarabía de rojos, verdes, violetas, amarillos y añiles sobrevolaba nuestras cabezas.


Una voz antigua resonó entre las montañas. Cantaba. Acaso era una remota melodía de los tiempos en los que la alpaca, el jaguar y el cóndor eran libres.

Una vieja India apareció entre las rocas. La seguía una llama sucia y renqueante. Sonrió con la sabiduría de los siglos. Había algo en su mirada. Dolor antiguo, placidez de árbol, fuerza del barro.


Me entregó un pliego de papeles añejos. Estaban vacíos. Me enseñó que la voz no se atrapa entre la hoja y la tinta. La voz camina por los siglos, entre palabras y silencios. Se esconde, a veces, y juega con negruras; pero al final se vuelve grito de colores. Siempre desgarro de canción para decirnos todo.

Ernesto Rouez Abad

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