lunes, 26 de julio de 2010
Los pimientos rojos
En el curso de un viaje, Mulla Nasrudin llega a un pueblo. En el mercado se queda pasmado delante de un tenderete de frutas exóticas, desconocidas, que encuentra de lo más apetitosas. Le dice al vendedor:
-Estas frutas me parecen excelentes. ¡Póngame un kilo!
Se va la mar de contento con su compra. Un poco más lejos, le hinca el diente a una de estas frutas rojas, pero al instante siente que la boca le echa fuego. Se pone rojo. Sus ojos lloran y, sin embargo, continúa comiendo. Un transeúnte, que le está mirando desde hace rato, le aborda:
-Pero ¿qué hace usted?
-Creía que estas frutas eran muy buenas. Pensando que no iba a tener bastante con una sola, he comprado un kilo.
-Comprendo pero ¿por qué se empeña usted en comérselas? Son pimientos rojos, y son terriblemente fuertes.
-No son los pimientos lo que yo me como ahora-profiere Mulla-, sino mi dinero.
Uno ha hecho grandes esfuerzos para conseguir una situación o para formar una pareja u otra cosa y, sin embargo, se ha equivocado, pero insiste: uno se obstina en comerse los pimientos. En esta historia, los pimientos representan el esfuerzo que se ha realizado. No somos lo bastante humildes para reconocer que hemos cometido un error. Continuamos invirtiendo todo lo que poseemos en los pimientos.
Si uno quiere cambiar, en un momento dado, hay que ser lo bastante humilde para decirse: "Me he equivocado. He comprado un kilo de pimientos que no puedo comerme, pues me hacen daño. "Los dejo y empiezo otra cosa".
Comentario de Alejandro Jodorowsky
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