domingo, 26 de febrero de 2012

Como un muerto




Desde tiempos inmemoriales los maestros hindúes han insistido en la necesidad de mantenerse conectado con el ángulo de quietud tanto en lo agradable como en lo desagradable. Han exhortado siempre a la ecuanimidad, que es esa energía de claridad que nos permite ser nosotros mismos a pesar de la contingencia y las vicisitudes, ya que en el mundo exterior todo es fluctuante.

El discípulo llevaba meses recibiendo aplicadamente la enseñanza espiritual del mentor.


Un día, de repente, el maestro miró a los ojos al discípulo y le dijo;

-Sé como un muerto.

El discípulo se quedó perplejo. No entendía nada.

-No te comprendo, maestro-vaciló-¿A qué te refieres?

El maestro sonrió. Era la sonrisa del que ha alcanzado la calma profunda.

-Mi muy querido-dijo-, acércate al cementerio más cercano y, con todas las fuerzas de tus jóvenes y vigorosos pulmones, empieza a gritar toda suerte de halagos a los muertos.


Aunque sorprendido, el discípulo siguió las indicaciones del mentor y acudió al cementerio. Comenzó durante varios minutos a gritar halagos a los muertos. Luego regresó ante el maestro, quien le preguntó:

-¿Qué han respondido los muertos?

-Nada maestro, no han respondido nada.

-Muy bien. Pues vuelve ahora al cementerio y comienza a proferir insultos contra los muertos.

Así lo hizo el discípulo. Una vez en el cementerio empezó a gritar insultos contra los muertos y  luego regresó junto al maestro.


-¿Qué han respondido los muertos?

-Nada-respondió el discípulo-. Nada en absoluto.

Y el maestro dijo:

-Así tienes que ser tú siempre, como un muerto, o sea, indiferente a los halagos y a los insultos.



El maestro declara: los que hoy te elogian, mañana te pueden insultar; los que hoy te insultan, mañana te pueden halagar. Permanece indiferente a halagos e insultos.

Texto de Ramiro A. Calle




jueves, 23 de febrero de 2012

¿Qué hacer con el ego?


El venerable y anciano maestro y su puñado de fieles discípulos salieron a dar un paseo por el bosque en el que llevaban meses en meditación, haciendo un retiro espiritual. Tuvieron así ocasión de ver diferentes ascetas, entregados a distintas penitencias muy severas. Uno de los ascetas estaba colgado, boca abajo, en la rama de un árbol; otro llevaba años de pie, sin acostarse jamás; otro se acostaba sobre espinos; otro sólo se alimentaba de hierbajos.


-Estos  ascetas, ¿obtienen méritos?- preguntó uno de los discípulos-. Porque tú nos has enseñado que el cuerpo es el templo del Divino y no debemos maltratarlo, sino cuidarlo.

- Nadie puede saber qué hay en la mente y actitud de otra persona. Depende de si estas prácticas les ayudan a someter su ego.

Siguieron paseando. Otro discípulo preguntó:

-Tú nos hablas de la renuncia al ego, ¿quieres decir que tenemos que matar el ego?


- Los peligros del ego son enormes- repuso apaciblemente el maestro-. El ego divide, enfrenta. Es la enajenada identificación con el cuerpo y con la mente, desencadenando soberbia, afán de posesividad, avidez desmedida y odio. Nada hermoso surge de un ego infatuado. Pero no se trata de matarlo, sino de someterlo y ponerlo al servicio de la acción noble.

-Pero yo no puedo entender- replicó uno de los discípulos- cómo puede haber ego y no haber ego.

- Esta noche volveremos sobre el tema- dijo sonriente el maestro.


Al anochecer, el maestro dijo a los discípulos:

- Con demasiado ego nadie puede ser feliz ni tener capacidad para hacer felices a los demás. El ego se viste con las máscaras del egoísmo, la vanidad, la soberbia, la avaricia, la ira, el odio... Es necesario vigilar el ego y debilitarlo.

- ¿Puedes ponernos un ejemplo?- preguntaron algunos discípulos.

-Traed una soga- dijo el maestro.


Los discípulos se quedaron perplejos. ¿A qué venía meter una soga en el asunto? Pero obedecieron y trajeron una soga.

-Prendedla.

Más atónitos todavía, así lo hicieron los discípulos. La soga ardió.

-¿Veis la soga quemada?- Preguntó.

-Sí- repusieron los discípulos.

-Observaréis que no ha sido eliminada, como no puede serlo el ego por completo mientras tengamos un complejo mente-cuerpo. Pero traedme ahora la soga.



Cuando los discípulos trataron de tomar la soga quemada, esta se disolvió. Y el maestro dijo:

-Así hay que someter y reducir el ego. Hay que dejarlo en una traza, en un esqueleto. Mientras se viva en este cuerpo-mente, seguirá latiendo, pero muy tenuemente.

Los discípulos comprendieron y se sintieron agradecidos al mentor.

El maestro declara:

                                                      El Ego es un fantasma hambriento;


                                    Si lo alimentas es como un estómago sin fondo. Hazle ayunar.


Cuento extraído del libro "Cuentos espirituales de la India" Ramiro A. Calle








domingo, 19 de febrero de 2012

Shivaísmo y tradición primordial


Un elemento de conciencia se halla presente, como una especie de testigo inactivo, en todo átomo o conglomerado de átomos, en toda célula, así como en el centro del "órgano interno" (antahkarana), principio motor de todo ser vivo. Este órgano interno está formado por tres facultades que son: la mente (manas) que piensa, la inteligencia (buddhi) que comprende, elige, recuerda, y el sentido de individualidad o yo (ahamkara) que permite a cada entidad afirmar su autonomía, su diferencia.


El fragmento de conciencia (chitt), cuarto elemento presente en el órgano interno como en toda estructura individual, no forma parte de él, pues permanece inseparable de la Conciencia Universal, como el espacio contenido en la urna que no está separado más que en apariencia y temporalmente de la inmensidad del espacio en el cual se funde cuando la urna se rompe. A veces se llama alma Universal (atman) a esta conciencia total de la cual un fragmento parece como aprisionado en todos los seres. El alma individual no tiene de hecho ninguna autonomía, pues no está realmente separada de la conciencia total omnipresente.


El jardín del mundo es maravilloso por su armonía, su fantasía, la belleza de sus estructuras, la variedad de formas, de plantas, de animales de todo tipo que lo habitan y constituyen sus ornamentos, pero también por los espectadores que lo perciben y gozan de su increíble belleza. A través del Ser Consciente presente en el fondo de todas las criaturas el Ser contempla su obra y disfruta de ella. Esta percepción del mundo, esta admiración de su obra por el Creador a través de las criaturas tiene lugar en dos niveles diferentes. 

En los animales no es más que simple percepción y disfrute estético, pero en el hombre puede desarrollarse como una comprensión analítica de las estructuras y armonías que constituyen el secreto de la belleza de los seres y las cosas. Es ahí donde el desarrollo del conocimiento (shana) desempeña un papel esencial.


Es te segundo grado de la percepción del mundo, que implica la comprensión de sus estructuras, constituye el estado superior de la percepción de la obra. A través del conocimiento, del descubrimiento por los seres sutiles y los seres humanos de los secretos de la creación, el Ser Consciente Universal, el Ser Absoluto, admira una vez más su obra y se deleita en su creación.


El juego (lila) mediante el cual el Principio Creador goza de su obra a través de los testigos que la contemplan y que participan en ella muestra la doble función del viviente, la de la percepción y la del conocimiento. Estas funciones se dividen por lo general entre dos categorías de seres, aparentemente independientes pero profundamente relacionados, que son los animales y los espíritus, si bien en la doble naturaleza del ser humano se reúnen.


Los animales y las plantas son, de algún modo, la parte visible de seres sutiles, espíritus, genios y dioses, que los rigen y los habitan. A veces podemos establecer contacto con los espíritus a través de su gemelo vegetal o animal. De ahí que algunos animales y algunos árboles se consideren sagrados; el respeto, el amor que les tenemos, así como la veneración hacia ellos, nos permite atraer la benevolencia de los espíritus sutiles, de los genios y las hadas que son sus gemelos invisibles y rigen los aspectos del mundo natural.


En el dualismo de los espíritus sutiles y de los animales, las funciones de percepción y de conocimiento están separadas. En el ser humano, el juego divino ha reunido estos dos aspectos, y el animal humano poco a poco ha desarrollado una aptitud para el conocimiento; de algún modo, ha absorbido a su doble sutil, su ángel guardián. Por ello, la especie humana es portadora de una doble herencia: una, genética, de su ser físico, que percibe de formas exteriores, se deleita en ellas, pero forma parte también del decorado, y otra, iniciática, cognitiva, la aptitud a comprender poco a poco la naturaleza del mundo y algunos aspectos de su estructura.


El desarrollo del hábitat del Ser Consciente, que es el cuerpo vivo, permite a través de su afinamiento, su evolución, su progreso genético, desarrollar facultades adaptadas a su papel de intuición y análisis de las estructuras de los creado, dando nacimiento a las formas del saber (Vidya) que son la expresión artística y el análisis científico.


En cierto momento de su evolución, el ser humano desarrolla una curiosidad por aspectos del mundo que normalmente sólo los perciben los espíritus y los dioses. Entonces descubre en sí mismo posibilidades de percepción fuera de los límites que nos impone la prisión de los sentidos, la cual permite solamente la percepción de las formas exteriores, algo que compartimos con los animales.


                                    

                                         Texto extraído del libro "El Shivaísmo" de Alain Daniélou.

   

Imágenes propias tomadas en las Alpujarras (Granada)











miércoles, 8 de febrero de 2012

Nueva Web Kali Shanti

Os presentamos la nueva web con todo nuestro trabajo.

Gracias a tod@s por seguir estando, Hari Om.




Kali Shanti

Namasté


                                                 http://www.wix.com/kalinaranja/yogakalishanti