domingo, 19 de febrero de 2012

Shivaísmo y tradición primordial


Un elemento de conciencia se halla presente, como una especie de testigo inactivo, en todo átomo o conglomerado de átomos, en toda célula, así como en el centro del "órgano interno" (antahkarana), principio motor de todo ser vivo. Este órgano interno está formado por tres facultades que son: la mente (manas) que piensa, la inteligencia (buddhi) que comprende, elige, recuerda, y el sentido de individualidad o yo (ahamkara) que permite a cada entidad afirmar su autonomía, su diferencia.


El fragmento de conciencia (chitt), cuarto elemento presente en el órgano interno como en toda estructura individual, no forma parte de él, pues permanece inseparable de la Conciencia Universal, como el espacio contenido en la urna que no está separado más que en apariencia y temporalmente de la inmensidad del espacio en el cual se funde cuando la urna se rompe. A veces se llama alma Universal (atman) a esta conciencia total de la cual un fragmento parece como aprisionado en todos los seres. El alma individual no tiene de hecho ninguna autonomía, pues no está realmente separada de la conciencia total omnipresente.


El jardín del mundo es maravilloso por su armonía, su fantasía, la belleza de sus estructuras, la variedad de formas, de plantas, de animales de todo tipo que lo habitan y constituyen sus ornamentos, pero también por los espectadores que lo perciben y gozan de su increíble belleza. A través del Ser Consciente presente en el fondo de todas las criaturas el Ser contempla su obra y disfruta de ella. Esta percepción del mundo, esta admiración de su obra por el Creador a través de las criaturas tiene lugar en dos niveles diferentes. 

En los animales no es más que simple percepción y disfrute estético, pero en el hombre puede desarrollarse como una comprensión analítica de las estructuras y armonías que constituyen el secreto de la belleza de los seres y las cosas. Es ahí donde el desarrollo del conocimiento (shana) desempeña un papel esencial.


Es te segundo grado de la percepción del mundo, que implica la comprensión de sus estructuras, constituye el estado superior de la percepción de la obra. A través del conocimiento, del descubrimiento por los seres sutiles y los seres humanos de los secretos de la creación, el Ser Consciente Universal, el Ser Absoluto, admira una vez más su obra y se deleita en su creación.


El juego (lila) mediante el cual el Principio Creador goza de su obra a través de los testigos que la contemplan y que participan en ella muestra la doble función del viviente, la de la percepción y la del conocimiento. Estas funciones se dividen por lo general entre dos categorías de seres, aparentemente independientes pero profundamente relacionados, que son los animales y los espíritus, si bien en la doble naturaleza del ser humano se reúnen.


Los animales y las plantas son, de algún modo, la parte visible de seres sutiles, espíritus, genios y dioses, que los rigen y los habitan. A veces podemos establecer contacto con los espíritus a través de su gemelo vegetal o animal. De ahí que algunos animales y algunos árboles se consideren sagrados; el respeto, el amor que les tenemos, así como la veneración hacia ellos, nos permite atraer la benevolencia de los espíritus sutiles, de los genios y las hadas que son sus gemelos invisibles y rigen los aspectos del mundo natural.


En el dualismo de los espíritus sutiles y de los animales, las funciones de percepción y de conocimiento están separadas. En el ser humano, el juego divino ha reunido estos dos aspectos, y el animal humano poco a poco ha desarrollado una aptitud para el conocimiento; de algún modo, ha absorbido a su doble sutil, su ángel guardián. Por ello, la especie humana es portadora de una doble herencia: una, genética, de su ser físico, que percibe de formas exteriores, se deleita en ellas, pero forma parte también del decorado, y otra, iniciática, cognitiva, la aptitud a comprender poco a poco la naturaleza del mundo y algunos aspectos de su estructura.


El desarrollo del hábitat del Ser Consciente, que es el cuerpo vivo, permite a través de su afinamiento, su evolución, su progreso genético, desarrollar facultades adaptadas a su papel de intuición y análisis de las estructuras de los creado, dando nacimiento a las formas del saber (Vidya) que son la expresión artística y el análisis científico.


En cierto momento de su evolución, el ser humano desarrolla una curiosidad por aspectos del mundo que normalmente sólo los perciben los espíritus y los dioses. Entonces descubre en sí mismo posibilidades de percepción fuera de los límites que nos impone la prisión de los sentidos, la cual permite solamente la percepción de las formas exteriores, algo que compartimos con los animales.


                                    

                                         Texto extraído del libro "El Shivaísmo" de Alain Daniélou.

   

Imágenes propias tomadas en las Alpujarras (Granada)











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