Prosperidad

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Hara Therapy

Yoga Reiki Hara Kali&Shanti "donde el bienestar nace de dentro hacia fuera".

El Hara constituye el centro de tu ser, el vínculo con la existencia, la morada de la voluntad, la referencia que presta sentido a la vida.

Un viaje hacia el centro de tu ser, un viaje que comienza con el cuerpo y a lo largo del cual se desciende de la cabeza al corazón y del corazón al Hara.

"Aquel que comprende tiene alas"

Las principales causas del estrés en Occidente son "querer ser lo que no somos y hacer demasiadas cosas en una hora".

Aquí y ahora lo único seguro son los cambios constantes, inevitables, dejémonos llevar, soltar, sacar, soñar, actuar, volar...si te propones cambiar vas a crear tensión, primero hay que aceptar y luego relajar, tenemos que aprender cuál es nuestro ritmo, desde la relajación.









miércoles, 21 de agosto de 2013

André Van Lisebeth


Hay maestros que no se van nunca. Su energía es tan transformadora que marcan un antes y un después de su aparición. Van Lysebeth nacido en Bélgica, en noviembre de 1919. A los 30 años descubre el Yoga como prolongación de su interés por la hipnosis. En 1960 se pone en contacto con Swami Sivananda, en Rishikesh.

En 1969 organiza el Congreso Internacional sobre Yoga en el Palacio de Bruselas, con participación de 1500 delegados de todo el mundo. Durante 50 años impartió clases de Yoga. Dejó este plano en Enero de 2004, en el Pirineo Francés, su espíritu quedó entre nosotros.


Conoció en Bruselas a un yogui-faquir, al que seguiría una cadena de contactos personales con los grandes yoguis de la época, empezando por Swami Sivananda. Durante medio siglo no paró de averiguar, investigar, experimentar y transmitir sus hallazgos. Él es el maestro que ha hecho inteligible lo ininteligible, practicable lo impracticable y que entregó a todos los sinceros y constantes practicantes lo que era exclusivo de unos pocos.

En su época hubo otros grandes yoguis europeos. Juntos persiguieron un ideal y lo consiguieron: que el yoga sea hoy patrimonio intangible de la humanidad, sin fronteras ni culturales ni de creencias.


Era en 1967 cuando André Van Lysebeth publica "Aprendo Yoga". Hoy en día sigue siendo una referencia y un manual muy preciado para cualquuier profesor de yoga, junto al resto de su obra: "Perfecciono Yoga", "Pranayama" y "Mi sesión de Yoga".

Van Lysebeth se decantó por la necesidad de un yoga integral, donde no se puede separar postura y meditación, cuerpo y conciencia: "Asana no es sólo la puerta de entrada al llamado yoga corporal; abre también una vía de acceso a todos los estadios psicofísiológicos  del yoga. La práctica correcta de asana es una exigencia básica para todo adepto al yoga". 


Y enumeró así los cinco requisitos: "Asana es una postura corporal que se mantiene en la inmovilidad, largo tiempo, sin esfuerzo, con control respiratorio, con control mental". Practicar así implicaba algo en lo que no se cansó de insistir: "Hay que excluir la prisa de la práctica de yoga".

Defendió una práctica serena, sin violencia, sin ambiciones: "El verdadero secreto del éxito en el yoga reside en el trabajo paciente y cotidiano, en la indiferencia frente al progreso o a la falta de progreso". Es entonces cuando cuerpo y mente de un mismo ser entran en estrecho diálogo: "El cuerpo y la mente son dos dimensiones de un mismo ser, y no son más disociables de lo que pueden serlo el espacio y el tiempo". 


"El yoga corporal es yoga mental que toma como objeto el cuerpo". Por eso para Van Lysebeth no hay yoga sin esa dimensión interior: "Un asana debe ser vivido interiormente, y tenemos con esto uno de los aspectos esenciales del yoga:  cuanto más abstracción hagamos del mundo exterior en beneficio de una percepción del universo interior, más auténtica y eficaz será nuestra práctica." 

Otro aspecto que André nos dejó a los practicantes es el recordatorio de que en el yoga todos somos principiantes: " En cada etapa de la evolución, el adepto debe volver incansablemente a los principios esenciales, los mismos que se enseñan a los neófitos". Huyendo siempre del "encumbramiento" del yogui, nos dejó esta observación: "No hay título que distinga a un adepto experimentado de un principiante, a no ser la irradiación espiritual que puede emanar de él. No hay ningún criterio físico exterior que permita verdaderamente clasificar a los adeptos. Se puede ser un auténtico yogui sin poseer una flexibilidad extraordinaria y, a la inversa, un contorsionista no es, por el mero hecho de serlo, un yogui".


É l recomendaba un antídoto contra el hábito y la mecanización: "Es nuestro matrimonio con el yoga, la luna de miel debería ser eterna. Y es bien posible, porque ¡hay tanto que descubrir, en el yoga y en el propio cuerpo!". Descubrir que asana es una experiencia interior. Entonces podía ocurrir esa percepción que la mantuvo a él eternamente enamorado y que quiso legarnos:

"Estamos penetrando en otro dominio, en un dominio secreto pero fascinante. Dejamos de navegar por la superficie de nuestro ser, por el estrato intelectual, para practicar el buceo submarino, y bajo las olas que que agitan la superficie descubrimos un universo desconocido y cautivante, infinitamente más vasto de lo que podríamos sospechar, y encontraremos allí la paz de las profundidades. Será entonces cuando practiquemos verdaderamente hatha yoga, un yoga integral, un yoga de integración. Y las olas de la superficie, cuando regreséis a ese nivel, ya no os sacudirán ni os encontrarán desamparados".
Om Shanti, André. 


André Van Lysebeth influyó en muchos de los profesores de yoga más veteranos y mejores que hoy siguen enseñando en nuestro país y que pudieron acudir a sus seminarios, impartidos en Francia, Bélgica, Italia, y también España (cerca de Montserrat).



Hoy la escuela de Van Lysebeth sigue viva. Tantos profesores formados por él, así como los inspirados por su obra escrita, la Asociación de Amigos que lleva su nombre y la revista en Francés Yoga, con 40 años de edición y que hoy sigue a a cargo de sus hijos y yerno, mantienen una labor y un recuerdo imborrable. Como imborrable es lo que realmente toca el corazón humano y lo transforma.

                                     

                 

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