Yoga Reiki Hara Kali&Shanti "donde el bienestar nace de dentro hacia fuera".
El Hara constituye el centro de tu ser, el vínculo con la existencia, la morada de la voluntad, la referencia que presta sentido a la vida. Un viaje hacia el centro de tu ser, un viaje que comienza con el cuerpo y a lo largo del cual se desciende de la cabeza al corazón y del corazón al Hara.
"Aquel que comprende tiene alas"
Las principales causas del estrés en Occidente son "querer ser lo que no somos y hacer demasiadas cosas en una hora".
Aquí y ahora lo único seguro son los cambios constantes, inevitables, dejémonos llevar, soltar, sacar, soñar, actuar, volar...si te propones cambiar vas a crear tensión, primero hay que aceptar y luego relajar, tenemos que aprender cuál es nuestro ritmo, desde la relajación.
Un día Buda estaba pasando por el bosque. Era un caluroso día de verano y Buda tenía sed. Le dijo a Ananda, su discípulo principal: "Ananda, regresa. Tan sólo tres o cuatro millas atrás hemos pasado una pequeña corriente de agua. Tráeme un poco de agua; toma mi escudilla de mendicante. Me siento muy cansado y tengo mucha sed." Había envejecido.
Ananda regresó, pero cuando llegó al arroyo, unas carretas acababan de pasar y habían dejado el agua muy turbia. Se habían removido las hojas que había en el fondo; ya no era posible beber esa agua; estaba demasiado sucia. Regresó con las manos vacías, y dijo: "Tendrás que esperar un poco. Iré más adelante. He oído que tan sólo a dos o tres millas de aquí hay un gran río. Traeré agua de allí".
Pero Buda insistió. Dijo: "Regresa y trae agua del mismo arroyo".
Ananda no podía entender la insistencia, pero si el maestro lo dice, el discípulo tiene que obedecer. Aun viendo lo absurdo del asunto (tener que caminar de nuevo tres, cuatro millas, y sabiendo que el agua no se podía beber), fue.
Cuando se iba, Buda le dijo: "Y no regreses si el agua todavía está sucia, simplemente siéntate en la orilla en silencio. No hagas nada, no te metas en la corriente. Siéntate en silencio en la orilla y observa. Más tarde o más temprano el agua volverá a estar clara, entonces llena la escudilla y regresa".
Ananda llegó allí de nuevo. Buda tenía razón: el agua ya estaba casi clara, las hojas se habían separado, el polvo se había posado. Pero todavía no estaba absolutamente clara, así que Ananda se sentó en la orilla simplemente observando el fluir del río. Poco a poco, se volvió cristalina. Regresó bailando. Entonces comprendió por qué Buda era tan insistente. había cierto mensaje en ello para él, y él comprendió el mensaje. Le dio el agua a Buda, le dio las gracias y tocó sus pies.
Ananda contestó: "Ahora lo comprendo. Al principio estaba enojado; no me daba cuenta, pero estaba enojado porque era absurdo volver hasta allí. Pero ahora he comprendido el mensaje. Eso es lo que yo en realidad necesitaba en ese momento. Lo mismo ocurre con la mente; sentado en la orilla de ese arroyo, me di cuenta de que me pasa lo mismo con la mente. Si salto a la corriente volveré a ensuciarla. Si salto a la mente se crea más ruido, empiezan a surgir, a salir a la superficie más problemas. Sentado al lado aprendí la técnica.
"Ahora también me sentaré al lado de mi mente, observándola con todas sus suciedades, problemas, hojas viejas, golpes, heridas, memorias y deseos. Indiferente, me sentaré a la orilla y esperaré el momento en que todo esté claro".
Y ocurre por si sólo, porque en cuanto te sientas en la orilla de tu mente dejas de darle energía. Eso es la verdadera meditación. La meditación es el arte de la trascendencia.
Te contaré una historia que a mi siempre me ha encantado que explicará qué es meditación.
Tres hombres salieron a dar un paseo matutino. Vieron a un monje budista en la colina, y como no tenían nada que hacer empezaron a discutir acerca de lo que el hombre estaba haciendo. Uno dijo: "Por lo que puedo ver desde aquí, está esperando a alguien. Quizá un amigo que se ha quedado atrás y está esperándole"
El segundo dijo: "Mirándole no puedo estar de acuerdo contigo, porque cuando alguien está esperando a un amigo que se ha quedado atrás, de vez en cuando mira hacia atrás para ver si llega o no, y cuánto tendrá que esperar. Pero este hombre nunca mira hacia atrás: simplemente, está ahí de pie. No creo que esté esperando a nadie. Yo creo que estos monjes budistas tienen vacas".
En India los monjes budistas tienen una vaca para la leche del té de la mañana: de otra forma tienes que mendigar una taza de té por la mañana temprano.
El segundo hombre dijo: "Creo que su vaca se ha perdido en alguna parte, tiene que haberse ido a pastar, y, simplemente está buscando la vaca".
El tercero dijo: "No estoy de acuerdo, porque cuando alguien está buscando una vaca no tiene que quedarse de pie como una estatua. Tienes que moverte por ahí, tienes que ir de un lado a otro. Él ni siquiera mueve la cara de un lado a otro. Qué decir de su cara; incluso sus ojos están medio cerrados".
Se iban acercando al hombre, así que pudieron verle más claramente. Entonces el tercer hombre dijo: "Yo no creo que hayáis acertado; creo que está meditando. ¿Pero cómo vamos a saber quién está en lo cierto?"
Dijeron: "No hay problema. Nos estamos acercando a él, podemos preguntarle".
El primer hombre le preguntó al monje: "¿Estás esperando a un amigo que se ha quedado atrás?" El monje budista abrió los ojos y dijo: "¿Esperando a alguien? Yo nunca espero a nada. Esperar algo va en contra de mi religión".
El hombre dijo: "Dios mío! Olvídate de esperar algo; simplemente dime: ¿estás esperando?"
"Mi religión enseña que no puedes estar seguro ni siquiera del siguiente segundo-contestó-. ¿Cómo podría esperar? ¿Dónde está el tiempo para esperar? No estoy esperando".
El hombre dijo: "Olvídate de esperar a alguien o de simplemente esperar; no entiendo tu lenguaje. Simplemente dime: ¿has dejado a algún amigo atrás?".
Él contestó: "De nuevo lo mismo. No tengo ningún amigo en el mundo, no tengo ningún enemigo en el mundo; porque ambos vienen juntos. No puedo tomar una cosa y dejar la otra. ¿No te das cuenta de que soy un monje budista? Yo no tengo ningún enemigo, no tengo ningún amigo. Y por favor piérdete, no me molestes".
El segundo hombre pensó: "Ahora hay una esperanza para mí". Dijo: "Ya se lo había dicho yo: Estás diciendo tonterías. Él no está esperando; es un monje budista; no tiene amigos ni enemigos". Tienes razón. Yo creo que tu vaca se ha perdido".
El monje dijo: "Tú eres incluso más estúpido que el primer hombre. ¿Mi vaca? Un monje budista no posee nada. ¿Y por qué debería estar buscando la vaca de otro? Yo no tengo ninguna vaca".
El hombre parecía sentirse muy incómodo, ¿qué hacer? El tercer hombre pensó: "Ahora, la única posibilidad que queda es lo que yo he dicho". Dijo: "Puedo ver que estás meditando".
El monje dijo: "Tonterías! La meditación no es una actividad. Uno no medita, uno es meditación. Para deciros la verdad, y no os sintáis confusos, simplemente estoy haciendo nada. Aquí de pie, sin hacer nada; ¿hay alguna objeción?" Ellos contestaron: "No, no hay ninguna objeción, es sólo que para nosotros no tiene sentido; aquí de pie, sin hacer nada".
"Pero-dijo él-eso es la meditación: sentarse y no hacer nada; ni con tu cuerpo ni con tu mente".
En cuanto empiezas a hacer algo, o bien entras en contemplación o en concentración, o entras en acción; pero te alejas de tu centro. Cuando no estás haciendo nada en absoluto (corporalmente, mentalmente, o a cualquier otro nivel), cuando toda actividad ha cesado y tú simplemente eres, simplemente siendo eso es meditación. No puedes hacerla, no puedes practicarla; tan sólo tienes que comprenderla.
Siempre que puedas encontrar tiempo para simplemente ser, deja todas las acciones. Pensar también es una acción, la concentración también es una acción, la contemplación también es una acción. Incluso si sólo durante un momento no estás haciendo nada y estás en tu centro, completamente relajado: eso es meditación y una vez le has cogido el truco, puedes permanecer en ese estado todo el tiempo que quieras.
Una vez que te has dado cuenta de la forma en que se puede permanecer sin ser perturbado, entonces poco a poco puedes empezar a hacer cosas, teniendo cuidado de que tu ser no se agite. Esa es la segunda parte de la meditación. Primero, aprender cómo simplemente ser, y luego aprenderlo en las pequeñas acciones: fregando el suelo, tomando una ducha, pero manteniéndote centrado.
Así que la meditación no está en contra de la acción.
No es que tengas que huir de la vida. Simplemente, te enseña una nueva forma de vida. Te convierte en el centro del ciclón. Tu vida sigue, en realidad sigue más intensamente (con más gozo, más claridad, más visión, más creatividad), y a la vez estás distante, como un observador en las alturas, simplemente viendo que todo está sucediendo a tu alrededor.
Tú no eres el hacedor, tú eres el observador. Eso es todo el secreto de la meditación, que te conviertes en el observador. La acción continúa, no hay problema: cortando leña, sacando agua del pozo. Puedes hacer todo tipo de pequeñas y grandes; sólo hay una cosa que no se permite, y ésa es que pierdas tu centro.