Prosperidad

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Hara Therapy

Yoga Reiki Hara Kali&Shanti "donde el bienestar nace de dentro hacia fuera".

El Hara constituye el centro de tu ser, el vínculo con la existencia, la morada de la voluntad, la referencia que presta sentido a la vida.

Un viaje hacia el centro de tu ser, un viaje que comienza con el cuerpo y a lo largo del cual se desciende de la cabeza al corazón y del corazón al Hara.

"Aquel que comprende tiene alas"

Las principales causas del estrés en Occidente son "querer ser lo que no somos y hacer demasiadas cosas en una hora".

Aquí y ahora lo único seguro son los cambios constantes, inevitables, dejémonos llevar, soltar, sacar, soñar, actuar, volar...si te propones cambiar vas a crear tensión, primero hay que aceptar y luego relajar, tenemos que aprender cuál es nuestro ritmo, desde la relajación.









jueves, 26 de abril de 2012

El sistema límbico es el cerebro emocional


El sistema límbico es el cerebro emocional. Puede reaccionar antes de que intervenga el cerebro cognitivo, que gobierna la razón. 

-La amígdala controla el miedo que se representa en toda situación de peligro o sentida como tal. Gestiona el instinto de supervivencia. Recibe la información emocional y suscita respuestas inmediatas y no controladas, como el aliento entrecortado, el sudor frío, el pánico, la huida, el combate, etc...



- Hipocampo es dueño del aprendizaje. Gestiona la memoria corta (la del pasado inmediato).

-Tálamo es el relevo sensitivo inevitable en la comunicación entre órganos, cuerpo y cerebro.

El sistema límbico dirige numerosas funciones, como la respiración, los latidos cardíacos, la libido, el sueño, la estimulación hormonal... Parece gobernar las peticiones de gran parte del equilibrio fisiológico del cuerpo. Pero también es el origen de trastornos de tipo psíquico, como los ataques de ansiedad o de pánico. Son frecuentes en personas cuya emotividad ya ha sido requerida en exceso, o que tienen de forma natural un umbral de reactividad muy bajo.

Sistema límbico y órganos: un vínculo íntimo.



Cuando nuestro estado emocional está al rojo vivo, perdemos el autocontrol, es decir, la facultad de razonar. Entonces es cuando nuestro cuerpo sufre sin demora las repercusiones de estas emociones demasiado intensas. Nuestros órganos reaccionan los primeros, porque están en íntima relación con el sistema límbico. La relación se establece por medio del tálamo. Reflejos viscerales y comportamientos intuitivos toman entonces el control. Estas reacciones inmediatas a menudo son agudas: pinchazo en el estomágo, dolor abdominal, vómitos, taquicardia, calambre, diarrea....

Síncope: nos desconectamos....


Aprovecha los procesos de tu vida, de morir y renacer, estos procesos te muestran el camino, tu transformación.

Cuando la emoción nos invade y se vuelve intolerable, el cerebro emocional tiene una solución que no falla: se desconecta. Cortocircuito total. Ya no hay dolor, ni emoción, ni agitación. Es el síncope. En otras palabras, nos "da un patatús". El cerebro sigue el mismo proceso cuando tiene que luchar contra un dolor físico intolerable. Pero el síncope no es más que una solución a muy corto plazo: cuando la persona vuelve en sí, los problemas siguen estando presentes, quizá sólo un poco menos intensos. Una parte del exceso a veces puede escapar.


Pero nuestro cuerpo lo ha registrado todo... 

Se fabrica un sutil mensaje entre los síntomas de disfunción visceral y el estado emocional. Entre todas las informaciones que recibe en el momento de estrés, el cerebro no siempre hace la distinción entre lo que es físico y lo que es psíquico. Esto pone en evidencia el hecho de que un órgano también puede ser el origen de un problema de comportamiento emocional.

Tarthang Tulkou, un monje tibetano, nos da el camino de la "actitud zen", aprovechable para nuestra serenidad y nuestra salud. Consiste en ir directamente al seno de la emoción, descubrirla, sentirla a fondo, "convertirse" en esa emoción y observar tranquilamente su naturaleza.


La emoción nos afecta. Está en nuestro cuerpo y en nuestra mente, muy presente. No se puede evitar, y es normal. Todos somos humanos y, por lo tanto, estamos dotados de sentimientos y reacciones. Pero no siempre es fácil soportarla, porque la emoción se acompaña de fenómenos parásitos (aceleración cardiaca, reacciones viscerales, razonamiento caótico, decisión incontrolada...) nefastos para nuestro equilibrio.



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