Prosperidad

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Hara Therapy

Yoga Reiki Hara Kali&Shanti "donde el bienestar nace de dentro hacia fuera".

El Hara constituye el centro de tu ser, el vínculo con la existencia, la morada de la voluntad, la referencia que presta sentido a la vida.

Un viaje hacia el centro de tu ser, un viaje que comienza con el cuerpo y a lo largo del cual se desciende de la cabeza al corazón y del corazón al Hara.

"Aquel que comprende tiene alas"

Las principales causas del estrés en Occidente son "querer ser lo que no somos y hacer demasiadas cosas en una hora".

Aquí y ahora lo único seguro son los cambios constantes, inevitables, dejémonos llevar, soltar, sacar, soñar, actuar, volar...si te propones cambiar vas a crear tensión, primero hay que aceptar y luego relajar, tenemos que aprender cuál es nuestro ritmo, desde la relajación.









lunes, 7 de diciembre de 2009

La meditación en acción




Siempre se ha dicho en la tradición Yóguica que los frutos de la meditación deben ser conducidos a la vida cotidiana. La vida cotidiana es la prueba, el desafío, la corroboración de que estamos interiormente avanzando.

El guerrero espiritual de la India siempre se ha servido del Yoga. El Yoga es método y el Yoga es su método. El Yoga es actitud vital, transmutación de las energías, mutación psicológica para desencadenar la más alta sabiduría liberatoria.



No basta con sentarse a meditar, salvo que la práctica meditacional sentada sea ejecutada durante muchas horas diarias. Es necesario de no ser así completada con una actitud meditativa a lo largo de la jornada, con lo que se ha venido conociendo en Oriente como la contemplación en la acción, consistente en mantener lo más estable posible un centro de consciencia permanente e inafectado, una actitud receptiva y ecuánime.

Siempre que la mente está atenta y ecuánime, eso es meditación, cualquier cosa que se esté efectuando o donde quiera que se esté llevando a cabo. Esta actitud meditativa se puede mantener en el mercado, en el ocio, en el trabajo, en la actividades cotidianas de cualquier orden.




El guerrero espiritual trata de mantener siempre esa mente meditativa, nueva y directa, centrada en cada momento, observante y madura. Estimula siempre que le es posible la atención pura, que puede captar al desnudo todo lo que sucede en nosotros y fuera de nosotros, de instante en instante, sin interferir con la propia psicología, más allá de la fuerza del hábito, libre de filtros socioculturales.



El guerrero espiritual trata de aplicar esa atención a la vida cotidiana, porque ella le ayuda a mantenerse más en su propio eje inafectado, ver las cosas con mayor objetividad, actuar en la urgencia misma del momento, estar en la respuesta existencial y no en la reacción mecánica. Mediante esa atención la visión es más pura y fresca, todo adquiere mayor relieve, se armoniza la mente y el individuo puede descubrir en seguida sus tendencias de avidez y aversión, sus contradicciones y subterfugios, sus prejuicios e ideas preconcebidas y las infinitas contaminaciones mentales.



Una atención tal es el rival por excelencia de la negligencia y de los fatales resultados de la misma. La atención pura penetra en íntimo de las cosas y rescata mensajes ocultos, revela el otro lado de los acontecimientos y sirve de filtro, custodio y guardián de la mente.

 Una mente atenta no se pierde tanto en las superficialidades y en lugar de obtener visiones fraccionadas, obtiene vislumbres más tolerantes. Los acontecimientos negativos del exterior no alcanzan del mismo modo a la persona, que puede ser ella misma a pesar de las circunstancias externas.



 Una mente atenta está mejor dispuesta para descibrir la urdimbre del propio autoengaño y genera factores para que brote la sabiduría. La atención intensifica la consciencia, clarifica la percepción, previene contra los procesos mentales deteriorantes, gana terreno a la esfera sombría del subconsciente, evita entregarse a ensoñaciones que enturbian la realidad.

 Con la ayuda de una buena atención somos capaces de ver e investigar las causas y efectos, los temores y obsesiones, las ilusiones encadenantes, para ir superando todo ello. Al estar atentos seremos capaces de contrarrestar el poder hipnotizador de las identificaciones y aprenderemos a diluirlas, podremos captar sin ser siempre coloreados, percibir sin tener necesaria y mecanicámente que reaccionar.



 Aprenderemos a ser interiormente pasivos cuando las circunstancias lo requieran, no generaremos sufrimiento mental sobre el sufrimiento mismo, intensificaremos nuestra comprensión sobre nuestra mente y los medios para llegar a ella, no malgastemos tanto nuestras energías en inútiles charloteos mentales y podremos acopiarlas para ponerlas al servicio de la mutación interior.

Con la atención mental bien dispuesta examinaremos nuestra conducta y la perfeccionaremos, evitando muchos errores que dañan a los otros y a nosotros mismos. Podremos mantener, en palabras de Kipling "la cabeza tranquila cuando todo alrededor es cabeza perdida", neutralizaremos los fallos que vienen dados por la irreflexión y la neglicencia, las heridas que provocamos a los otros por nuestra indolencia mental. Gracias a ella refrenaremos palabras y pensamientos. En las situaciones más difíciles mantendremos un mínimo de seriedad y autoconsciencia. Aplicada sobre nosotros, nos ayudará a mantener la presencia del Ser.



Favorece la investigación espiritual y posibilita los acontecimientos cotidianos para que sean estímulos en la búsqueda. Previene contra los conflictos y fricciones internos y externos. No deja que nada sea insignificante ni rutinario, pues concede a todo su propio peso específico. Una atención así entrenada facilita el aprendizaje continuado y es portadora de intuición.

 Se presta a evitar los automatismos y pone condiciones para cultivar los factores sanos de la mente (contento, energía, ecuanimidad y tantos otros). Requiere un esfuerzo perseverante, pero ese esfuerzo es el que lleva al esfuerzo sin esfuerzo, ese control conduce a la espontaneidad y, como se lee en el Secreto de la Flor Dorada "si intencionadamente se llega a un estado inintencional, se obtiene la comprensión".

Evitaremos la crispaciones musculares y adquiriremos la elegancia natural del guerrero espiritual. Frenaremos y disolveremos la compulsión que en sí misma es fea y agresiva. Transmutaremos la agresividad que hay en todo ser humano en energía de liberación y estaremos más capacitados para adaptarnos y poder saber qué es en cada momento lo más idóneo o conveniente.



Un guerrero sin atención pura no es un guerrero. Como el guerrero común tiene que estar muy alerta para no ser presa de las argucias del enemigo, así el guerrero espiritual tiene que estar muy atento para no dejarse encadenar por contaminaciones que perturben y opaquen su consciencia.

La atención hace al guerrero diligente, espiritualmente fornido, amplia y profundiza su comprensión, le ayuda a refrenar las asociaciones mentales, poner sus energías al servicio de la libertad interna y de la conquista de uno mismo, clarifica los objetivos espirituales y no permite ningún tipo de sombrías escaramuzas psíquicas.



Como el guerrero común cuida, limpia y protege su espalda, así el guerrero espiritual presta todo su interés a la atención, la atención es su guía, le dice cuándo proceder y cómo proceder. Le hace hábil y diestro en el tortuoso camino de la búsqueda interior. Afina su talante de guerrero, cultiva sus mejores condiciones y potencialidades, le dota del vigor interno necesario para retomar una y otra vez el hilo de la consciencia despierta.

 Es también ayudándose de la atención mental en la vida cotidiana, que puede el buscador mantener la independencia con respecto a sus propios actos y el desapego con respecto a los resultados de los actos, efectuando con lucidez cualquier acción pero sin implicarse en relación de dependencia con ella. Podrá ejercitarse en la acción sin involucrarse en ella y sin perseguir compulsivamente sus resultados. La acción será así instrumento liberatorio y no causa de esclavitud.

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